Rossie y Miguel son amigos desde 1999 –hace más de 23 años–, una época en la que estaban de moda el miedo al Y2K y el jueguito de la serpiente en el Nokia 3210. Se conocieron en los pasillos de la Escuela de Idiomas Modernos de la Universidad Central de Venezuela, cuando ambos eran adolescentes recién graduados del bachillerato, e iniciaban su vida universitaria. Al poco tiempo de haberse conocido, se dieron cuenta de que crecieron en calles vecinas y que sus familias eran tan similares que podrían haberse confundido en una foto grupal. Tienen montones de intereses y gustos en común; los idiomas, viajar, la literatura, el cine, la música, los deportes… pero, más que nada, una pasión casi enfermiza por hablar durante horas de todo un poco, y a veces, de nada en absoluto.